lunes, 28 de mayo de 2012

CASOS PRACTICOS DEL PROCEDER ETICO EN LAS ORGANIZACIONES E INSTITUCIONES

Toda actividad empresarial tiene como objetivo la obtención de beneficios. En la dirección de empresas cabe distinguir dos fines fundamentales: la que orienta a la empresa hacia la búsqueda del beneficio como un fin en sí mismo (si solamente se busca el beneficio, como tal, se llega a la deshumanización) y la que lo busca añadiendo un fin social, es decir, que a la vez que obtiene beneficio trata, además, de satisfacer una demanda existente con aquello que fabrica.
En base a dicho razonamiento existe un límite en la obtención de beneficios que viene marcado cuando una demanda está totalmente satisfecha, aunque de hecho, en la práctica, todas las empresas intentan incrementar sus beneficios hasta cantidades ilimitadas olvidando si han cumplido ya ese fin social que se propusieron como meta. 
El planteamiento anterior lleva a considerar la ética empresarial como algo necesario en un estado de bienestar, por ello cabe preguntarse ¿cómo se subordinan las actividades empresariales hacia otros fines distintos de los puramente económicos, pero más importantes para el ser humano?. La respuesta es la ética. Una respuesta de este tipo puede ser acogida con escepticismo en mentalidades que solamente buscan soluciones pragmáticas, de rápida aplicación y de resultados seguros e inmediatos; por tanto, el planteamiento de un problema, su reconocimiento y saber que la solución debe darse en el plano de la ética implica renunciar a soluciones falsas aunque económicamente sean rentables para la empresa.
Si
 la ética debe impregnar las acciones humanas, todas las actividades que afectan a la empresa la condicionan en todos sus niveles de actuación. Al analizar cualquier acción humana orientada hacia fines concretos, por ejemplo, la obtención de beneficios, existe la gran tentación de omitir en su análisis las consecuencias éticas. La pregunta es: ¿se puede limitar la toma de decisiones desde el punto de vista de obtención de los máximos beneficios económicos, prescindiendo de sus consecuencias en otros órdenes?. De proceder así, el hombre sería tan inútil y peligroso como el médico que se limitase a aliviar síntomas prescindiendo de si el tratamiento es o no perjudicial para el paciente. La evaluación de decisiones desde el punto de vista ético, es lo más importante en la dirección empresarial, en tanto que garantiza decisiones correctas que ponen de relieve la subordinación de los fines. 
El punto de partida lo constituye la pregunta más sencilla acerca de una decisión empresarial: ¿qué es lo que hace que una decisión sea buena o mala?. La respuesta inmediata es que una decisión es mejor cuanto más contribuye al logro de los objetivos de la empresa; no obstante, esta respuesta carece de valor práctico, puesto que nada dice acerca de si esa decisión cumple, además, con los fines sociales que toda empresa debe tener; de hecho, tal respuesta, nos remite a lo que se conoce como misión de la empresa.
Resulta
 imposible enumerar en su totalidad, los objetivos empresariales, si bien es relativamente fácil la definición de algunos de ellos que representan el pilar básico de una determinada organización. Por otra parte, para orientar correctamente las decisiones en el seno de cualquier organización, es necesario emplear modelos que permitan la adopción de decisiones óptimas. Los modelos aplicables a la decisión, que no son otra cosa que técnicas, permiten alcanzar objetivos valiosos en sí mismos pero parciales, en tanto que sólo contemplan prospectivamente los resultados económicos. 
Existe un modo inmediato de realizar una evaluación completa de las organizaciones que consiste en tomar como punto de partida las relaciones entre las motivaciones humanas de los que componen las empresas y los objetivos de la propia organización, ya que la condición necesaria y suficiente para que una organización exista es que cuente con un conjunto de personas que se encuentren motivadas por pertenecer a la misma. Los objetivos de toda organización han de orientarse a conservar y acrecentar dichas motivaciones ya que, si no fuese así, la organización se desintegraría. 
Simplificando el planteamiento, en todos los componentes de una empresa pueden encontrarse tres tipos básicos de motivaciones: 
a).- La motivación extrínseca, aquella por la que se espera recibir algo a cambio de su trabajo (alcanzar un premio o evitar un castigo). 
b).- La motivación intrínseca, cuyo atractivo reside en la acción misma, con independencia de los resultados, p.e.: la satisfacción psicológica o el aprendizaje. 
c).- La motivación trascendente, que se basa en el atractivo que se siente en realizar una acción por los beneficios que implican para otras personas. El ser humano no es indiferente a lo que le ocurre a otras personas relacionadas con él como consecuencia de sus acciones. Los sentimientos hacen que se convierta en una motivación personal las necesidades que tienen otras personas, impulsando a actuar para satisfacer o aliviar dichas necesidades. Ello no quiere decir que, dado el conflicto que puede existir entre los distintos tipos de motivación, los meros sentimientos sean suficientes para garantizar el mínimo necesario de motivación ni garantizar su incremento. Entre los objetivos de las organizaciones hay que distinguir tres aspectos de importancia: 
a).- La eficacia: que indica en qué forma las empresas son capaces de conseguir la adhesión de sus componentes a través de la concesión de premios o castigos, es decir, mediante motivaciones extrínsecas. 
b).- La realización: mediante la cual es posible conocer el atractivo que tiene la organización para sus empleados en tanto que la perciben como instrumento de servicio a los demás. 
c).- La adhesión: que mide el grado en que la organización es capaz de ser atractiva a sus empleados por el trabajo que en ella desarrollan. Para poder evaluar correctamente cualquier logro de la organización deben tenerse en cuenta estos tres aspectos. Siguiendo la teoría de la organización, lo anterior viene complementado con tres principios básicos: 
a).- Primero: Cuanto mayor sea la adhesión, es más fácil conseguir la eficacia necesaria para que la organización alcance sus objetivos en menos tiempo; cuanto más atractivo resulte para los individuos hacer lo que les pide la organización, menos necesario será acudir a motivaciones extrínsecas para inducirles a hacerlo. 
b).- Segundo: A mayor realización de los empleados, mayor será la eficacia de la organización; lo que viene a expresar que las personas son más rentables a la empresa cuanto más pueden satisfacer las necesidades de otros. 
c).- Tercero: Es necesaria la existencia de unos mínimos de eficacia y de adhesión, sin los cuales la organización no puede existir; se expresa así la dificultad de tratar a las personas a base de coacción externa exclusivamente, hacia un objetivo determinado, cuando dicho objetivo, en sí mismo, ni les interesa ni les atrae. Estos tres principios determinan las relaciones que deben existir para que una organización sea valiosa. Pero una organización, como ente vivo que es, sufre modificaciones a medida que va creciendo y los cambios influyen en los individuos afectando a la eficacia, a la adhesión y a la realización. Los resultados de toda decisión deben analizarse en cuanto que afectan a la eficacia, adhesión y realización; sin embargo, el grado de influencia de cada una de ellos es distinto; de hecho, quien decide, se encuentra ante las siguientes circunstancias: 
a).- Primero: Su decisión tiene unos límites que le vienen impuestos; ha de respetar necesariamente un mínimo de eficacia y adhesión, puesto que si no lo hace así, su decisión no será operativa, no será ejecutada por la organización. 
b).- Segundo: Dentro de los límites anteriores puede elegir diferentes alternativas tendentes bien a incrementar la eficacia, o bien a incrementar la adhesión. 
c).- Tercero: Los cambios en la organización solamente serán efectivos si quien toma las decisiones está convencido que realmente quiere llevarlos a cabo. 
d).- Cuarto: Toda decisión que da lugar a un cambio fortalece o debilita la organización.
Una
 dirección empresarial que tenga como único criterio la maximización de la eficacia puede hacer decrecer la adhesión. En este caso puede ocurrir que los individuos que conforman la organización no se someten a las metas establecidas con lo que decrece la realización. Puede que los individuos acepten el proceso pero reduzcan sus intereses a lo que es motivación extrínseca. En ambos casos el proceso que se genera tiende a destruir la empresa e incluso a la destrucción del trabajador. 

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